En el último posteo de la semana pasada escribíamos que “Toda trama tiene su belleza”, siguiendo a la idea de que el mañana se empieza a construir hoy.
¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
Cuando construimos algo, tenemos un plan, unos planos, un proyecto. Tenemos una idea aproximada de lo que queremos y de cómo llegaremos a ello.
Pero… No conocemos a nadie que haya podido cumplir ese plan perfectamente, sin modificarlo un poquito, sin pensarlo, sin que se viera afectado por otras personas implicadas en el proyecto.
Bueno, esa es la vida misma, la belleza de la trama que se va construyendo con varias manos, diversas dificultades y nuevas herramientas y materiales.
Canta Jorge Drexler en uno de sus temas: “Ir y venir, seguir y guiar, dar y tener, entrar y salir de fase. Amar la trama más que el desenlace”.
No podemos tener la certeza absoluta de cómo quedará la obra al terminar. Pero sabemos que si ponemos el corazón en el proceso, podremos amar la trama que se va desarrollando. podremos amar el tejido aunque nos hayamos saltado algunos puntos.
Por eso un número calificatorio de un resultado final, aislado del resto, no nos dice nada. Porque el proceso, cómo cada uno llega ahí, es lo que realmente le da valor y sentido al resultado final.
¿Somos resultadistas o procesuales? Bueno, creemos que un poquito de cada… porque la trama le da sentido al desenlace y el desenlace recompensa a la trama (como una buena historia, no?).
Entonces, los invitamos a pensar en lo que estamos construyendo. Pensarlo con amor, con ojos de bondad y también con ojos visionarios.
¿Qué estoy construyendo para mí y para quienes me rodean, para el mundo? ¿Cómo voy a seguir? ¿Está mi corazón allí…?