¿Qué significa educar?
¿Transmitir contenidos, que los alumnos los acepten (los traguen) y luego los reciten (y escupan)?
¿O significa enseñar a masticar, incorporar, nutrirse, elegir?
Masticar significa proceso, tiempo, sentidos que se despiertan, saborean, huelen. Masticar requiere una actitud activa, implicada, de quien recibe el alimento. Es el primer paso para el proceso digestivo, y ayuda a una mejor asimilación de los nutrientes. Masticar suficientemente nos ayuda a detectar aquello que no debe ser tragado (para eso sí, sacarlo de la boca) y a evitar accidentes. Masticar nos permite descubrir y apreciar los sabores de la comida.
Ahora, de nuevo… ¿qué significa educar? ¿cómo estamos enseñando? ¿para engullir o para saborear y nutrirse?
A veces esto implica menos cantidad de comida con una mejor calidad de la misma y un mayor disfrute. Queremos que los aprendizajes formen parte de nuestros estudiantes en el futuro. Seguro que “tragando sin más” y escupiendo no lo vamos a lograr.
Ahora, detengámonos también a masticar nuestras planificaciones, nuestras propuestas, para buscar y potenciar las oportunidades que creamos. Como una buena comida, que se cocina con tiempo, cariño, variedad de nutrientes y sabores, que nuestras propuestas educativas sean siempre buenas comidas, que puedan disfrutarse y nutrir a otros (y a nosotros mismos al compartirlas).